viernes, septiembre 21, 2007

Seda rota




Cuando Minet me invitó al curso me puse muy nerviosa.
Me negué en redondo;tuve miedo.
Como quien no quiere la cosa,me pidió que lo acompañe el domingo al aeroclub,con unos mates.
El prado verde y el círculo de arena me atrajeron,y él me dijo
-Esa es la mosca.
Yo me pregunté qué clase de díptero se compararía a ese enorme círculo de arena dorada.
Lo más parecido a una mosca era el disco negro de metal del centro,que no tenía alas.
Las alas,las tenían ellos.
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Cuando llegò el primer mail,sorprendentemente movilizador,como una tormenta de verano,mi cuerpo del invierno tuvo miedo.
Me negué a él;me puse muy nerviosa.
Mi dedo oprimió el botón izquierdo del mouse y se perdió, más allá de mi olvido.
Pero él insitió,con Neruda y miles de poemas.
Mi cabeza seca de palabras se sumergió en las olas de ese mar chileno,y me atrajo como si yo fuera la mosca,ávida de la miel de sus semblanzas.
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Minet me mostró el 86.
Yo seguía pensando que era una locura.
Sufro de vértigo,y ,por ese entonces ,yo tenía mucho que perder.
-Podés marcar los saltos-dijo sonriendo,como quien-no-quiere-la-cosa.
Me pregunté en silencio qué sería.
-Se puede marcar el sitio de una caída? Se puede controlar,en algo,eso?
-Sí,dijo él.Mirá el anemómetro.
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El tercer mail era un bálsamo para mi alma.
El miedo que mi mente estructurada le tenía a la máquina que hasta entonces sólo era trabajo y estudio,y nunca fantasía,se veía acorralado tras los trazos de su viento ,sueño kármico que venía de lejos; que me sacaba el cabello de los ojos y me permitía ver ,otra vez,mis esperanzas. Y el amor.
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Subí al Cessnita sabiendo que lo máximo que yo haría era tirar la cinta.Aquella tenue seda roja que ,llevada por el viento,marcaría el sitio desde donde los valientes se arrojarían del biplano ,que,sin puerta,les abriría en el vacío la ilusión del vuelo.
Y así fue.
Asomada al abismo,arrojé una y otra vez la cinta,marcandoles los saltos.
Pronto,la adrenalina comenzó a bullir en mí.
Por qué no?Me dije...
Por qué no yo?
Insistió mi alma de gaviota.
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Su duelo y mis geranios cultivaban jardines.Curaba yo su dolor,calmaba el mío.El terror se fue atrás ,llevado por el viento.Las alas comenzaron a crecer.
El me dijo una vez
-No tengas miedo.
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Y yo no lo tenía.
Era ya,todo lo contrario.
Miraba por el hueco de la puerta del avión,que trepidaba, como se arrojaban al viento uno por uno.
Cada vez más,ansiaba estar allí.
Comencé,casi sin darme cuenta,a arrojar mis bagajes poco a poco;a mirar con deseo el círculo de arena,a soñar con que alguien,por fin,me marcaría el salto.
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Un día vino,atravesando mares,y me sentí valiosa,única,elegida.
Su amor era la seda de primera.El velamen mas caro y más seguro.
Tenía unos arneses tan contenedores que protegió completamente mi esqueleto,calmó mi vértigo,apañó mi alma.
Para entonces, habían florecido mil geranios;el mar no parecía tan inmenso,su amor era el sostén que yo buscaba.
El anemómetro mostró los buenos vientos.
El salto fue marcado por sus dedos.
Y era perfecto,círculo dorado,mosca exacta.
Entonces comencé a tirar mis lastres; los destruí de un golpe, hasta quedar desnuda; vestida con su seda y sus arneses,parada,al fin,en el borde del aire.
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En el entrenamiento-ya estaba yo en medio del curso-,corriendo con mil pesas para fortalecer las piernas,aprendiendo a mirar lejos para hacer el aguante,olvidada del vértigo,ansiosa de aquel cielo que se abría a mis ojos como un territorio que no había soñado,tiré toda mi carne en esas llamas,me esforcé hasta el extremo,y era poco.
Estaba allí,yo era la Brigada,cada día más cerca del abismo.
En ese entonces,yo le llamaba " cielo".
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Crucé al fin,el umbral en donde el sueño estaba detenido;esperando por mí;sus brazos y el arnés mil veces comprobado.
Y me tiré sin miedo.
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Nadie ( ni siquiera Minet) me había contado que los paracaídas eran de segunda,que debía vendarme los tobillos ,y que hacer mosca era sólo para algunos; de esos que viven en el aeroclub;que sólo hacen eso de su vida;que no se permitían como yo,en ese momento,tener obligaciones de más real mesura.
Pero ya las cargas habían sido arrojadas,tan atrás,tan lejos, que no importaba nada.Era yo,de nuevo,con un pie en el avión y otro en el aire. Y no más vértigo.
Flotaba entre burbujas,geranios y cerezas.
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Era perfecta para él,cuando me dio su mano.
Era perfecto y sin riesgos el intento,cuando arrojé por la borda mi equipaje.
Pero,pobre de mí.
Sus brazos,en el salto,me fallaron.
O yo no supe hallarlos.
Esa caída estaba mal marcada.
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Cuando subí al avión,lo sabía todo.
Todo había sido perfectamente calculado.
El velamen plegado en la mochila,el aguante ensayado.
La cinta había llegado al punto exacto.
El viento,calmo.
El Cessna me regaló su mejor ruido,ese de motor con Avgas claro.
Subimos juntos hasta la estratósfera,pero el avión no aguantó tanto pecado.
Tremolaban sus chapas ateridas y yo ,que hasta ahí me había negado,volví a sentir el vértigo en la tripa.
Pero todo,todo al fin,se había jugado.
Me tiré sin pensar,después de tanto.
El cimbronazo del arnés,aquí, en los hombros, me ha herido cardenales que aún me duelen.
Al mirar a lo lejos buscando referencia,se perdieron los árboles en un bosque encantado.
Tuve miedo otra vez,y al perder esa calma,dí por tierra con todo lo ensayado.
Y por tierra ,terrible, me caí con las piernas, en la exacta y contraria posición de la que en mapas ,simulacros y dibujos ,todos, y yo, dábamos por bien memorizado.
El chasquido se oyó desde el hangar ,en donde aquellos que amaba me esperaban, después de la aventura.
Pero no pude caminar hacia ellos.
Es más ,aún no puedo.
Mis piernas, rotas aún,no me han dejado.
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Por qué no rechacé aquellos correos?
Por qué dije que sí al vuelo aterrado?
Porque a veces las gentes nos creemos, que con un paracaídas de segunda ,suponiendo haber captado claramente lo que los sabios nos han recomendado,
podemos hacer mosca como los campeones.
Es muy tarde para que yo me compre un cuadrado.
Uno de esos con los que saltás descalza, que te sustentan siempre,sin borceguíes,vendas ni equipaje.
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Y sigo en Internet,solo de paso.
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Meses después,Minet se mató en un ala delta.

sábado, septiembre 01, 2007

Variables acerca de la vida y la muerte


Tiempo I

When I am dead, my dearest,

Sing no sad songs for me:

Plant thou no roses at my head,

Nor shady cypress tree:

Be the green grass above me

With showers and dewdrops wet;

And if thou wilt, remember,

And if thou wilt, forget.


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Tiempo II

Oh, je rêve. Oh, je suis la moribonde.
Comme un nuage plane sur les continents.
Comme la pluie qui coule et guéris.
Je suis la fleur qui se noye dans le marais.
Je suis le saule pleureur sans chant mortuaire


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Epílogo


Y leyendo las lenguas me descubro

sin querer ser la agónica muriente

no quiero cesped verde sobre nadas

quiero ser nube

quiero ser alada

no quiero rosas sobre mi cabeza

quiero vestirme con pétalos el alma

quiero que brotes desde la aspereza

con tus gotas de humedad

en calma

quiero,por fin

la vida luminosa

y el ciprés verdeante con su ramas

sin sombra

rodeando el jardín de mis entrañas

que grita con la vida

que te nombra.